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El otro marcador del deporte: la brecha de género

Actualizado: hace 5 días


El silbato suena, el público aplaude, la jugadora anota. Las estadísticas nos muestran que ellas ya toman el 50% del terreno de juego y un aumento histórico en jugadoras y seguidores. Sin embargo, fuera de la cancha hay cosas que no han cambiado; si ellas ya juegan igual… ¿Por qué no se les reconoce de la misma manera?


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Durante siglos, el deporte fue un terreno dominado por los hombres y donde las mujeres solamente lo miraban. A día de hoy, las mujeres representan casi el 50% de las competiciones, pero siguen recibiendo poco menos del 15% de la cobertura mediática. Aunque las mujeres han conquistado espacios, la igualdad aún no se juega en condiciones parejas.


La historia de las mujeres en el deporte remonta a la Grecia clásica dentro de los Juegos Heroes, aunque su participación fue limitada hasta 1900 cuando ingresan oficialmente a los Juegos Olímpicos de hoy en día, este ha tenido un crecimiento impactante ya que representan alrededor del 45% de los atletas olímpicos. 

Este aumento no es casualidad, sino que hay múltiples factores por el que la participación de las mujeres ha incrementado, como la creación de ligas femeninas, programas de desarrollo, políticas públicas, visibilización de referentes y apoyo institucional. Así como los hombres, las mujeres deben comenzar a practicar desde edades tempranas entre los 6 y 7 años de edad aunque en los años de la adolescencia es una etapa crítica de abandono especialmente para las mujeres.  

A continuación te mostramos una línea del tiempo del futbol femenil:

A pesar de esos avances, las trabas culturales, mediáticas y estructurales siguen marcando diferencias como estigmas sociales, falta de modelos visibles y la desigualdad en oportunidades económicas. La evolución ha sido notoria pero fuera de la cancha, las cosas siguen igual.La desigualdad en el deporte no necesariamente se manifiesta en la cancha. En ocasiones, se encuentra en las gradas vacías, en los contratos con cifras enormemente dispares o en los titulares que jamás aparecen. Mientras un gol masculino acapara minutos en televisión y trending topics, las proezas de las mujeres, que son igual de espectaculares, suelen pasar desapercibidas.

A pesar de que las mujeres representan casi la mitad de los espacios competitivos en todo el mundo, solo constituyen el 15 % del total de cobertura mediática. Esta disparidad no solo disminuye su visibilidad, sino que también restringe las oportunidades profesionales, la inversión y los patrocinios. "Si no se cuenta, parece que no existe", dicen los periodistas deportivos al examinar el fenómeno.



En áreas que históricamente han estado bajo el dominio masculino, la brecha se ensancha. Si se observa los salarios, es suficiente: en el fútbol, una jugadora profesional puede cobrar en un año lo que un hombre recibe en una semana. En el baloncesto, la WNBA ha denunciado durante años los contratos desiguales en comparación con los de la NBA. Cada número esconde historias de deportistas que, a pesar de su talento, necesitan compaginar su carrera con otros empleos para subsistir.Si se toma en cuenta el crecimiento histórico de la participación de las mujeres, este contraste es aún más notable. Las mujeres han progresado desde su debut oficial en los Juegos Olímpicos de 1900 hasta alcanzar el 45 % de la totalidad de atletas olímpicos. Si bien las canchas, pistas y estadios tienen más mujeres que nunca, el reconocimiento no ha aumentado al mismo ritmo.Los motivos de esta disparidad no se restringen al campo de los medios o la economía. Desde la infancia, las mujeres son formadas por barreras culturales y sociales. Los estudios indican que iniciar la práctica deportiva entre los 6 y 9 años es fundamental para establecer hábitos que perduren, pero numerosas niñas enfrentan estigmas: se les desalienta a hacer deportes considerados "masculinos", no tienen referentes visibles y, al llegar a la adolescencia una etapa crucial de deserción deportiva, abandonan la actividad debido a la ausencia de apoyo o lugares seguros. En entornos más conservadores, las reglas culturales restringen la participación de manera directa: las mujeres quedan excluidas de la competencia a causa de códigos de vestimenta, limitaciones por género y carencia de infraestructuras apropiadas. La desigualdad se mantiene en el acceso a entrenadores, los recursos distribuidos, las fechas de juego y la calidad de las instalaciones, incluso en naciones con más apertura.

Ante este escenario, varias tácticas y políticas han tratado de alterar la historia. La formación de ligas de mujeres, programas para el desarrollo juvenil, becas deportivas y campañas de visibilidad han hecho posible que un mayor número de mujeres alcancen el alto rendimiento. Aunque de manera desigual, instituciones y marcas han empezado a apoyarlas. El efecto es evidente: cada vez más chicas se registran en clubes, se programan más torneos y, gradualmente, se crean nuevas audiencias.



Las figuras femeninas de referencia también desempeñan un papel fundamental. La imagen de un deportista que brilla a nivel internacional inspira a miles de personas. Conversaciones a nivel mundial han sido estimuladas por situaciones como las de las futbolistas que encabezaron la batalla por salarios equitativos en EE. UU., o las deportistas olímpicas que desafían los estereotipos de género. No obstante, no son suficientes las heroínas aisladas; se requiere un sistema que asegure oportunidades justas desde la base.En este contexto, surgen nuevas plataformas de periodismo y de comunidad con el objetivo de dar visibilidad a las historias que los grandes medios no ven. El modo de narrar el deporte está siendo transformado por proyectos digitales, micrositios transmedia y comunidades deportivas feministas: ya no es solo un espectáculo, sino también un espacio de lucha y cambio social. El progreso es real, pero también lo es la distancia que aún queda por recorrer. La cancha continúa teniendo líneas irregulares: una mayor participación no necesariamente se traduce en más poder o reconocimiento. El deporte femenino no es un tema marginal; por el contrario, es una historia que sigue desarrollándose cada día en canchas, gimnasios y pistas de todo el planeta. Las mujeres ya están presentes, compiten, triunfan y superan obstáculos. Aquí te mostramos el impacto del futbol femenil a través de los años:



Para equilibrar la cancha, se requiere algo más que talento: son necesarias políticas robustas, inversión constante, visibilidad auténtica y, especialmente, un cambio cultural significativo. Las instituciones, las marcas, los medios y las audiencias tienen un rol fundamental. No es cuestión de "dar espacio", sino de reconocer el espacio que ya ocupan.

El futuro del deporte se construye de manera colectiva. Y en ese equipo, la equidad no puede continuar siendo relegada a un segundo plano.


 
 
 

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